RINCON FRANCISCANO

HISTORIA  DE LOS “FRAILUCOS”  EN SANTANDER
Ciertamente no estamos aquí solo desde unos meses, ni desde hace pocos años. Una antigua tradición pone el origen del primer convento franciscano de esta hermosa capital de Cantabria nada menos que en el lejano año 1270; o sea, dentro del mismo siglo XIII en el que el bendito Francisco de Asís fundó la Orden. Acaso no será cierta esta fecha.  
Lo cierto es que la historia franciscana en Santander es muy antigua y, territorialmente, bastante amplia, ya que la región cántabra (o ”Nación de la Montaña” como entonces se decía) tuvo conventos franciscanos en Castro Urdiales (¿desde 1275?), en la burgalesa Medina de Pomar (desde 1306), en Montehano (desde 1421), en Laredo (desde 1434), en Reinosa (desde 1514) y en Soto Iruz (desde 1606). Además de toda la pastoral que realizaron en Cantabria, llegaron a enviar 140 frailes a las Misiones de Lejanas Tierras.
En la capital la hermosa iglesia de San Francisco fue destruida tontamente (por no usar un epíteto más duro) en tiempo relativamente reciente: solo en mayo de 1936; tiene su continuidad pastoral en la actual parroquia de San Francisco. En cambio el solar del convento (que en el pasado estaba bien lejos de ocupar la centralidad urbanística actual) fue ocupado nada menos que por el palacio del Ayuntamiento.

LA NUEVA PRESENCIA: 1956:
Es interesante recordar el relato que el primer superior, Pedro Anasagasti, escribió en el comienzo de la Crónica conventual con notas pintorescas escritas con humor; así describe cómo en aquel 23 de abril de 1956 ocupó con solo un compañero la residencia provisional, que estaba en penosas condiciones: “El ingreso en el entresuelo, que ha de servir de morada a la primitiva Comunidad, es decepcionante: el hogar está totalmente desmantelado, las persianas destrozadas, los suelos sucios. Verdaderos ejércitos de gigantescas cucarachas por todos los rincones; los hay a millares hasta en la terrera, bajo el cemento desconchado. Ha sido una entrada irracional”. Y comenta todavía: “aquí cayeron los dos religiosos como dos paracaidistas en una isla desierta”. Eso sí, acogidos por un vecindario expectante: “Hay una curiosidad morbosa en torno a los dos náufragos: no podemos enfilar por Mies del Valle ‘sin que nos observen centenares de ojos, asomados a las ventanas que dan a la finca “.

No pudiendo detenernos a referir las actividades de cada uno ni nombrar a todos, aquí van algunos nombres: como primero el citado Pedro Anasagasti y, con él, Inocencio Urbistondo, Jesús Urbina (conocido cariñosamente como Zapatón por sus pies un poco creciditos), Ceferino Navas, y Agustín Ecénarro (que llegó a gastar aquí todas sus energías hasta su muerte en 2005). La Pequeña Comunidad sufrió pronto un notable cambio: en 1961 tres de ellos (Anasagasti, Inocencio y Ceferino) fueron transferidos al santuario de Liébana, del que la misma Provincia franciscana acababa de responsabilizarse.
Y acá fueron viniendo otros frailucos: Cándido Ezcurra, Daniel Elcid, Luis Antonio Bilbao, el bravo músico y predicador José Mª Ibarbia, Tomás Olazábal, Manuel Alberdi, José Ángel L. de Guevara, el solícito y fraterno portero de muchos años Juan Bautista Maiza...
Al frente de la parroquia, desde su citada constitución en 1969 se han sucedido como Párrocos Tomás Olazábal, Andrés Uberuaga, Fernando Legarreta (por 21 largos años), Oscar Solloa, y el actual José Luis Idoiaga desde 2003. Entre otros han trabajado aquí también Felipe Oteo, Juan José Aristi, el cántabro J. M Alonso del Val, Nicolás Sumadle y otros.

Es obligado y estimulante que los 8 residentes actuales de esta casa recordemos a los Hermanos que a lo largo de esos 56 años han residido en esta casa, sus nombres no constan solo en nuestras Crónicas, sino que estarán escritos también en el Libro de la Vida por cuanto pudieron hacer por esta Comunidad y por su feligresía.
Según los datos de que disponemos, han sido unos 50 los frailes que, antes de la comunidad actual, han habitado en esta casa; de todos ellos, 28 han pasado ya al ‘destino’ definitivo, y esperamos que desde el Cielo nos estarán acompañando espiritualmente.
Hubo también seis hermanos que optaron por seguir otro camino en la vida, saliendo de la Orden; también para ellos queremos conservar un recuerdo fraterno, con sentimientos de gratitud por lo que vivieron y trabajaron en esta comunidad.
Hay al menos 12 Hermanos que, habiendo colaborado en esta casa, actualmente viven en otras residencias; los nombramos aquí: José Mª Alonso del Val, Agustín Pérez de Arenaza, Samuel Azcona, Pello Eceiza, Patricio García, Domingo Garro, Luis Gibelalde, Felipe Oteo, Matías Ruiz, Oscar Solloa, Modesto Treviño, y Nicolás Zumalde.
Y terminamos este relato tan sumario nombrando, igualmente en orden alfabético de apellidos, los 8 Hermanos que formamos esta Fraternidad al presente (pero algunos desde hace bastantes años): José Alonso, Antonio Astiazarán, Marcelino Asurabarrena, Juan Barrena, Jesús Bilbao, Manuel Guesalaga, José Luis Idoiaga y Tomás Larrañaga.

ORDEN FRANCISCANA SEGLAR   
Las primera Fraternidad franciscana, al igual que San Francisco y los hermanos franciscanos, que iban por el mundo, animó, entre los vecinos de Perines, una fraternidad seglar. Siguiendo sus huellas, hoy, entre nosotros, - y para todos los que lo deseen- contamos con un grupo de franciscanos laicos.
Su encuentro semanal lo tienen el viernes a la tarde.

ENCUENTROS PASTORALES CON S. FRANCISCO DE ASIS: CUARESMA-PASCUA

Como elemento dinamizador del Tiempo Litúrgico: Cuaresma-Pascua, desde hace años, venimos celebrando los Encuentros Pastorales con San Francisco de Asís. Actualizamos la figura de San Francisco, profundizando en uno de los múltiples aspectos de su personalidad, siempre actual.
Los dos últimos años, con objeto de mantener vivo el espíritu del tiempo litúrgico, dedicamos los miércoles de Cuaresma-Pascua para trabajar el núcleo temático escogido en la Comunidad.

VIGILIA DE ORACION FRANCISCANA: El último miércoles de Cuaresma, oramos con S. Francisco en una Vigilia de Oración, como eco de los Encuentros Pastorales de Cuaresma con San Francisco.

RED-ASIS: CARTA ASIS

La Red Asís es una red social abierta de personas que quieren conocer o compartir la espiritualidad franciscana en su vida cotidiana.

Desde Aránzazu, un grupo de laicos y de frailes franciscanos hemos decidido crear una red social abierta de personas que quieren conocer o compartir  la espiritualidad franciscana en su vida cotidiana.

-(1) Red. Es una red, no es por tanto, una organización o grupo organizado, estructurado o jerarquizado, sino sólo una relación comunitaria entre personas conectadas voluntariamente por una misma motivación y por la disposición a compartir unos principios básicos.

-(2) Social abierta. Es social y abierta, lo que significa que tiene una vocación clara de ofrecerse a la sociedad y a las personas de hoy con transparencia y plena accesibilidad, y sin encerrarse en sí misma o en dinámicas reservadas, privadas, grupusculares o de alta cohesión ideológica o espiritual. Características que en otros proyectos o contextos pueden ser oportunas y necesarias, pero que no encajan con la misión de este. La Red Asís está pensada para ser ofrecida y compartida con el mayor número posible de personas en torno a cuatro principios mínimos pero sólidos.

-(3)  Se trata de una red de personas laicas, aunque abierta a la participación, a modo personal, tanto de religiosos como de sacerdotes. Queremos compartir un espacio muy amplio en el que caben tanto creyentes convencidos/as como, muy especialmente, personas en proceso de duda, inquietud o búsqueda de sentido.

-(4) Que quieren conocer o compartir la espiritualidad franciscana. Lo que une a todas estas personas es que comparten la convicción más firme o la intuición más frágil de que la espiritualidad franciscana, puede tener algo actual y valioso que decirles a cada una de ellas, y a su entorno social. Por eso, la Red Asís se abre, en primer lugar, a quienes quieren conocer, a quienes simplemente quieren saber si la espiritualidad franciscana tiene algo que decirles en su búsqueda, aunque ni siquiera sepan si son creyentes o no. Y, en segundo lugar, a quienes quieren compartir su fe, sus dudas o su experiencia de espiritualidad franciscana. Personas que quieren sentirse familia o fraternidad con otras personas como ellas con historias vitales y procesos personales o de fe diferentes y para aquellas que saben que tanto don es para ofrecerlo, transmitirlo y ponerlo en común con otras personas.

 -(5) En su vida cotidiana. Esta red no tiene grandes pretensiones. Simplemente, ser un suave sirimiri que cale poco a poco en la vivencia espiritual y en la vida diaria, personal, social y de convivencia de quienes la comparten y que pueda ser ofrecido al mundo que nos rodea.