NUESTRA PARROQUIA

 
Entre 2006 y 2007 tuvimos la ocasión de recordar, con gratitud, la nueva presencia franciscana en Santander.  Con motivo de cumplirse los 50 años de nuestro retorno a Santander, programamos una hermosa serie de acontecimientos, para celebrar dicho acontecimiento. Quisimos manifestar nuestro respeto y gratitud a quienes nos han precedido en esta casa, con unos inicios bastante difíciles por cierto, como suele suceder en los comienzos de grandes obras.
Para que los frailes, tras la exclaustración, volvieran establemente a Santander hizo falta que llegara a la diócesis el “Obispo Bueno” (como anticipando la figura del “Papa Bueno”, el popular y venerado Beato Juan XXIII del Concilio): Mons. José Eguino Trecu (1929-1961). Siendo nativo de Azcoitia (Guipúzcoa), recurrió al Superior Provincial Franciscano de San Sebastián para que fundase un convento en Santander. Y así entramos en el emplazamiento actual en 1956.

Pero el desarrollo fue rápido, gracias a la diligencia de todos los interesados. En el mismo año se arregló el primer lugar de culto: la llamada Capilluca de la Virgen de Fátima, decorada por el artista franciscano Javier de Eulate (por cierto que, con pena, desconocemos a dónde fue a parar después la estatua que él hizo de la Virgen de Fátima).
En 1964, con el arquitecto Luis Alústiza (de San Sebastián) se empezó la construcción de la grande iglesia actual, que tres años después pudo ser bendecida (pocos días antes había fallecido el arquitecto). Las obras de arte son de dos artistas franciscanos: las vidrieras del citado Javier de Eulate, y las esculturas de José Luis Iriondo. A su vez la residencia actual de los frailes se inauguró dos años después de la iglesia: en 1969; y en el mismo año se constituyó la parroquia de Santa María de los Ángeles.